miércoles, 29 de octubre de 2014

Despacito.

Desde que hago la cama y doblo el pijama todas las mañanas me acuerdo más de ti. De ti y de las prisas, de hacerlo todo a última hora y levantarme a las 5 para ordenar la habitación o pasarme horas fregando el día anterior a tu llegada.

¿Sabes, amor? Ahora me tomo las cosas con calma. La calma que nunca tuvimos en aquella espiral de vértigo en la que caímos desde el minuto cero. La calma que se volvía necesidad cuando toda ropa estorbaba y salía disparada un tiempo récord. Y sí, te lo reconozco, no era de mi agrado. Siempre me han gustado las cosas lentas y en la primera cita es mejor empezar con un beso en la mejilla y acabar con uno en los labios en tu portal. Pero cómo decirle que no a las ganas. Cómo decirte que no a ti. 

Ahora no. Ahora te pienso más lento, pero más fuerte. Y quiero de manera distinta, pero al mismo tiempo de la misma. Y eso es algo que no se puede cambiar. ¿Si te digo que ahora prefiero quedarme 5 minutos mirándote a los ojos sin bajar la mirada un segundo a tus tetas me creerías? Porque es así. No hay prisas, sólo miedos. Pero las metáforas siguen en el aire y la poesía siempre se ha leído mejor despacio. Y tú, amor, mereces que te lean como al mejor poema del mundo. 


lunes, 27 de octubre de 2014

Paréntesis.

Hoy te he imaginado paseando por Gran Vía, con tu falda al vuelo, la música sonando fuerte en tus oídos, un poemario en el bolso y la mirada en el suelo para no tropezar. 

¿Sabes, amor? Aún me pregunto si recuerdas mi olor cuando alguien fuma a tu lado en la parada de autobús, si cuando alguien lleva mi colonia cierras los ojos para recordar. Tal vez cuando pares en el paso de cebra de Plaza España desees que vuelva a abrazarte por la espalda hasta ver la luz verde. Y quizá cuando pases por el escaparate de alguna librería mires atrás para comprobar que no me he quedado ensimismada con los libros y tú has avanzado sin darte cuenta de que yo había soltado tu mano. Es posible que, cuando hayas vuelto a coger un taxi en Callao, quizá hayas pensado en cómo nos despedíamos sabiendo que a primera hora yo buscaría vestidos de flores y tú una camisa y un cigarro. Puede que una noche cualquiera, entre sueños aún, hayas mirado el móvil y hayas creído ver un poema mío que a la mañana siguiente no has encontrado en tu teléfono porque sólo había sido un sueño. Quizá hayas vuelto a leer mis textos en voz alta para repetirte que no fue sólo un espejismo, que fue lo más real del mundo. 

¿Alguna noche te has sentado a las 6 de la mañana a escribir(nos) sin que yo lo supiese?

¿Has abrazado la almohada o aquel peluche pensando en cómo era(mos)

¿Has sentido el vello que se eriza en los atardeceres más hermosos (y tristes)

¿Seguirás, algún día, contando los kilómetros (219) y las horas? 

¿(Nos) ves en las nubes y en el humo? 



Yo sigo buscando formas en las nubes y dibujo versos con el humo del tabaco.