domingo, 9 de marzo de 2014

Ni Nerudas, ni Lorcas, ni Quevedos.

Me paro en semáforos en verde esperando a que vengas y me abraces por la espalda, diciéndome al oído que ya es la hora de volver a casa y que mañana nos espera un día agotador. Sin embargo es Borges quien se mete en mi cabeza, recitándome tu ausencia y empujándome a cruzar en rojo. 

Ni Nerudas, ni Lorcas, ni Quevedos; yo te quiero a ti. 

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